viernes, 18 de octubre de 2013

La vida en tiempos de guerra

"Estamos en guerra, es una realidad. Desgraciadamente he dejado de imaginarme como Sara Connor, ahora vivo en un país en guerra. Mis hijos están creciendo con militares en las calles y cero libertad de expresión. Nuestros últimos 10 años de gobierno, llamados ya por muchos como la década perdida de México, han dado al traste con la vida tranquila que teníamos. Lo que más me espanta, es la actitud de conformismo de la mayoría de este pueblo que es México. Muchos justifican las masacres resguardados bajo el engaño de "la lucha frontal". Cualquiera puede comenzar una guerra, pero no cualquiera tiene el valor y la inteligencia para acabarla. Por el bien de mis hijos me gustaría poder contar con un presidente no borracho, o sin Prozac, pero eso es lo único que hemos elegido. Ahora, estoy criando a mis hijos tras cuatro paredes, tratándo de explicarles a sus 5 y 2 años que deben correr si hay balas. No es justo, y eso no lo llevo en mi conciencia, yo no voté por estos patanes, ni lo haré jamás. No cumpliré la amenaza que le hice a mi papá a los 5 años por no llevarme a un desfile: "Cuando crezca, votaré por el PAN". No te precupes Caballero Guerrero, no lo cumpliré. Me avergüenza el no poder expresarme, por miedo las consecuencias, el tener que ser pasiva y vivir alejada del mundo, alejando a mis hijos de la realidad cada día más". Este párrafo lo escribí hace dos años. Sigo pensando igual. Y me sigue horrorizando que la violencia siga. Y que ahora resulta que el que salió era un santo. Espero que las 100,000 almas de los asesinados lo sigan persiguiendo el resto de su vida.

martes, 22 de noviembre de 2011

Frases de familia

"Y no nos vencerán tiempo ni distancia, porque somos vencedores, para siempre"

martes, 6 de julio de 2010

Los dos pequeños grandes Guerreros

Una es una Guerrera nata, irradia su fuerza a su alrededor. No puedes dejar de notar su presencia. Se defendía desde antes de nacer y me hacía saber su opinión. No conoce el No como respuesta absoluta, siempre se pregunta el por qué. Es Rebeca, fuerte como su nombre, y dulce como su alma. Es antigua, me viene siguiendo desde hace mucho. Viene para ayudarme a salvar mi alma, y aceptar la felicidad. Ella ama y teme por ambas, carga mucho peso para su tamañito. Aún así, nunca flaquea, y sigue adelante.
Otro es el futuro líder Guerrero, más pequeño pero igual de fuerte, que reclama su lugar y su opinión desde que dio su primer aliento. El me desarma con su mirada, no necesita las palabras, y las que dice, son demasiado acertadas para su tamaño. Sus intereses están definidos, y sabe cuál es su camino. El viene a centrarme, a enseñarme a controlar las furias internas, es mi escudo. Es antiguo también, más que todos quizás, y ha superado los miedos innatos. Le abre las puertas a la vida, y yo trato de seguirlo. Es Antonio, no Toño, ni Tony; Antonio es demasiado fuerte para acortar su nombre.
Los veo como algo fuera de mi alcance, no los creo míos. No creo el que yo los haya llevado dentro. Pero como dice mi Dama de los Ojos Azules: Acepta tus bendiciones y nos las cuestiones, te las mereces. Yo prefiero creer que son mucho más de lo que yo me merecía. Ambos me siguen, ambos me aman, ambos duermen a mi lado y me transmiten paz. Ambos ríen, lloran y me abrazan con una fuerza fuera de lo que yo conocía. Son mis hijos, más no de mi propiedad. Están de paso, y tendrán sus propias batallas y guerras. Son Guerreros, no pueden evitarlo, aunque lo Guerrero les venga de lo Lozoya. Su mundo será muy diferente al mío, crecen en tiempos de guerra, en un mundo caótico. Lo único que puedO decirles es: Luchen, Luchen, hasta que los corderos se conviertan en Leones. Y Oren, oren hasta que los que no lo hacen puedan creer.

13 de junio de 1956

Ese día nació el Caballero Guerrero. Este año cumpliría 54 años de vida. No llegó, solo le fue permitido llegar a los 37. Dejó un gran vacío, pero su vida fue intensa en emociones y sucesos. Nos lo pudo transmitir y aún sigue haciéndolo.
La mejor decisión que hizo el Caballero Guerrero, fue elegir a la Dama de los Ojos Azules. Ella fue lo que nos hizo vivir, y a través de su sabiduría y su mirada profunda, enseñarnos a no ver la vida como una tormenta, sino como una danza bajo la lluvia.
Feliz cumpleaños Caballero, y que Dios te tenga en paz.

martes, 20 de abril de 2010

Acuérdate de abril, recuerda...

La frase del título no recuerdo si es de Pablo Milanés, Serrat, Amauri Perez o Silvio Rodríguez, pero el Caballero Guerrero la cantaba a menudo. Ahora lo veo como un presagio, o algo que el ya sabía.
El 10 de abril del 77, nació mi Compañero de Batalla, en un lugar completamente ajeno a mí, con gente ajena a mí. El destino nos juntaría en una ciudad a la que nunca pensé llegar.
El 4 de abril del 92, un día después de haber rogado por un milagro para no presentar un examen, murió Ana Maldonado de Guerrero, abuela paterna. Mujer pequeña de tamaño y con voz exageradamente aguda, pero que sabía que este mundo gobernado por hombres debía ser manejado con la derecha...y mucha izquierda. Fundó el Seguro Social en Durango, trabajó toda su vida por el puro gusto y jamás uso un vestido. Murió cuando quizo, se despidió y cerró los ojos. Fue la primera vez que vi llorar al Caballero Guerrero, llorar como niño.
Un 16 de abril del 94, el Caballero Guerrero perdió su última batalla. Nos dejó de trancazo, no de golpe, y a mi me dejó incompleta de por vida. Ahí supe lo que era la pérdida irreparable y por primera vez supe lo frágil que somos. No era la ley de la vida, como con Doña Ana, era algo fuera de lo normal, demasiado cruel para mis años.
Pero la vida quita y la vida da: un 18 de abril del 2008, llegó mi próximo líder Guerrero, y supe que nada se va para siempre. La vida te reemplaza las pérdidas de una manera u otra. Antonio llenó mi vacío aún y con su pequeño tamaño. Sus manos son igual de fuertes que las del Caballero Guerrero, y combinadas con mi Compañero de Batalla, se convierte en una mezcla perfecta.
Por eso, me acuerdo de abril, el mes que me enseñó la ley de la vida: la gente muere, alguna por vejéz, alguna por accidente; pero también, la gente nace y crece y se encuentra, y la esperanza regresa. Esa es la verdadera ley de la vida....que aprendí en abril.

domingo, 11 de abril de 2010

Citas de Papá y Mamá

Papá: Dame una excusa para levantarme en armas....Y lo haré.
Mamá: Sueña, Ora y vive una vida plena, fuera de la normalidad.

viernes, 9 de abril de 2010

Sobre la vejez

No se envejecer con dignidad, de eso estoy segura. No se apreciar mis arrugas, ni quiero verme una cana; simplemente no se como lo tomaré. Lo contradictorio es que siempre me he sentido vieja, en comparación a mis amigos y conocidos de la edad.
Tengo 31 años, creo que bien vividos y aprovechados, pero aún así, siento que los he desperdiciado.
Anoche, estaba viendo una película taquillera de vampiros y hombres lobo (sabemos a cual me refiero), y de pronto me saltó en la cara que ya nunca sabré lo que es una primera cita, o que alguien me mande flores anónimas, o que mi esposo se sienta celoso porque me fui con otro al cine. No me malentiendan, estoy feliz y amo a Carlos muchísimo, y no lo cambiaría por nadie, pero me hizo sentirme más vieja el ver a los adolescentes sufridos en la película (fuera de los de los lobos y vampiros).
En eso, miré a Rebeca que estaba dormida en mis piernas y de pronto, brilló la luz en mi tonta cabezota: no es miedo a envejecer físicamente, sino a lo que la vejez conlleva. Me explicaré.
De niña, mi mundo era distinto; un abrazo de mi mamá bastaba para consolar cualquier mal; un beso de mi papá bastaba para soñar bien; un amor no correspondido se curaba con tiempo, muy poco tiempo.
Ahora, mis fotos cuentan ya ausentes eternos, un amor no correspondido sería un fracaso de por vida, y los presentes son lo más valioso que tengo.
Ya no importa que no pueda tener un pretendiente, pues mi pareja de vida está conmigo. Ahora el temor es perderlo a él para siempre, pues dejaría una familia incompleta, y a mi aun más incompleta.
No importa que no pueda salir con amigos por las noches hasta el amanecer, porque puedo ver el amanecer con un bebé dormido en mis brazos. El temor es no poder dar a ese bebé la tranquilidad y protección para poder dormir de esa manera. Y sin ese bebé, no soy nada ya.
Un abrazo de mi mamá se convierte en el mejor regalo, pues ahora se que no serán eternos. Y una plática con mi hermana, es una lección de vida, pues solo ella entiende esa parte de mí que no puede dejar de temer.
La vida me dejó ausentes, pero conservó a los presentes, que se vuelven algo fundamental. La pérdida, en lugar de hacerme más fuerte, me hizo más vulnerable a temer vivirla.
Eso es envejecer, y por eso siempre he estado más vieja, y siempre me he resistido a serlo. Pues la vejez conlleva responsabilidad, y fortaleza para aceptar las pérdidas, y eso….aún no lo he podido aprender.